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La producción de genéricos es un tema candente a nivel mundial.

Sin lugar a dudas, este es un tema candente, en donde estamos todos, directa o indirectamente involucrados. Es un tema difícil de abordar pues hay muchos intereses en juego, por un lado la salud y por el otro intereses políticos – económicos.

Si bien los laboratorios farmacéuticos tienen como principal objetivo el económico, y es lógico que así sea, pues su negocio consiste básicamente en desarrollar productos aplicados a la salud y venderlos; por otro lado, tenemos a los gobiernos, cuyo fin primordial entre otros debería ser desarrollar políticas en lo que respecta a la salud de la población. Lo malo es cuando predomina sobre los gobiernos e instituciones intergubernamentales intereses ajenos a los que les competen en materia de salud, por intereses puramente económicos.

No se trata de que las patentes “maten o salven vidas” según diversas posturas; sino del correcto uso que se les de a las mismas. Considero que las patentes son mecanismos protectores, que dan derecho a quienes se les son otorgadas; en este caso en particular a empresas que realizan una determinada innovación ya sea de un producto o de un proceso. Sin embargo, es competencia de los gobiernos fijar las condiciones de patentabilidad en su territorio, respetando acuerdos internacionales con el fin de pertenecer a una macro comunidad internacional. En definitiva la propia Organización Mundial de Comercio, que imagino no es su propósito velar por los desamparados, permite ciertas excepciones como la Declaración de Doha. En esta declaración se establece que el Tratado sobre Propiedad Intelectual puede ser interpretado e implementado teniendo en cuenta el derecho de los países a proteger la salud pública y a garantizar el acceso a medicamentos. Basado en ese derecho el gobierno indú estipula en su ley de patentes que sólo se concederán patentes de medicamentos a aquellos que sean“auténticamente nuevos”; que sean el resultado de investigaciones innovadoras y no a meras modificaciones de sustancias ya conocidas que no mejoran sustancialmente la eficacia en determinado tratamiento. En tal sentido, si la India se ha amparado en una declaración internacional, es algo completamente lícito y no es ni justo ni apropiado que una empresa cuyo fin primordial es el económico pretenda interferir en la legislación de un gobierno. De todos modos, pese a que la salud de millones de personas es lo que esta en juego, comprendo que no sea el interés de esta y tantas otras empresas, cuyo fin es de aumentar sus divisas. Por ende, tratarán de hacer lo sumo posible para que no les aparezcan competidores y mantener así el monopolio de la producción de sustancias que, haciéndoles leves modificaciones que ni siquiera tienen una sustancial mejora en la eficacia de los tratamientos, les garantice un poder absoluto de los mismos por 20 años más, cuando les sea concedida la patente. Para lograr sus objetivos apelarán a desplegar todo su poder de presión haciendo uso de su multinacionalidad, y de estratagemas político-económicas. En tal sentido tienen un objetivo, eliminar la competencia y obtener el monopolio…esos son claramente sus fines. Lo que si me parece lamentable es el papel poco decisivo que ha tomado la Organización Mundial de la Salud (OMS) en este caso en particular. Como organismo internacional debería ejercer una presión contundente en velar por la salud de la humanidad, en particular por los pueblos menos favorecidos. Considero que es fundamental que la OMS asuma un papel más activo frente a esta situación, impidiendo que intereses de unos pocos particulares interfieran en las políticas de estado tendientes a preservar la salud de la población.

Autor: M.Sc. Blanca Velázquez

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